Ohio, Conichiwa,
Arigato… Son algunas de las muchas expresiones que hemos aprendido del japonés.
Tras unos días viviendo aventuras con Moly, descubriendo el
País del Sol Naciente, con sus costumbres, su alimentación, e incluso sus
monumentos más célebres, nos han ayudado a transportarnos a ese país con
costumbres tan diferentes a las nuestras. Por ese motivo, ¿qué mejor que
vestirnos con kimonos, comer arroz
con palillos, jugar con kendamas,
escribir kanjis, y pintar nuestra
propia kokeshi?
Es todo lo que ocurre tras pasar varias semanas viviendo tras
el templo de las mil puertas; que casi podríamos hacernos pasar por verdaderos
japoneses. ¿No creéis?